He aqui el texto íntegro de la impresión de
Pamela Canovas respecto de su paseo a Vilches el fin de semana :
"Esto va para largooo…es que quedé embalada con esto de la bicicleta
Bueno al final fuimos a Vilches y lo pasamos tan bien que les voy a contar en detalle…
Se mueren, nos levantamos cerca de las 6.45 el domingo, valor!! Don Héctor, José Miguel y Ricardo partieron mucho antes.
Con Rossana nos fuimos en bici hasta el Terminal de Buses, allí nos juntamos con Pati y cerca de las 8 y media AM nos fuimos hasta Vilches Alto en un bus que iba llenito y bastante ventilado (el panorama afuera era: todo con hielo) Nuestras bicicletas se fueron sentaditas en los últimos asientos (pagaron tarifa escolar, por más que tratamos de "engrupirnos" a la persona que nos cobró, la que más tarde se convertiría en nuestro amigo)
Los otros tres ciclistas, "esos de corazón" y con poco interés en esto del turismo gastronómico se habían ido más temprano, porque ellos hicieron el camino de tierra subiendo en bicicleta (unos 40 klms de pura subida), para nosotras impensable, jamás.
Cuando llegamos al final del camino en bus (cerca de la CONAF) en una inmensa soledad inundada de olor a bosque y sin ese bullicio ambiental veraniego que impregna la zona en el verano, nos sacamos varias fotos; ello luego de recobrar el aliento tras una subida de menos de una cuadra… ja ja ja, el frío, el olor a bosque y "las circunstancias en general", nos dieron hambre y decidimos volver al famoso kiosko del Sr. Toño (ahora me enteré que era famoso) allí compartimos una paila de huevos con un rico pan local calientito, top y un Nescafé de los mejores que he tomado últimante, ni comparado con el mismo café que tomo a diario en la oficina.
Todo esto fue un trámite largo, matizado de buena conversación para conocernos un poco más… y luego irrumpimos en la conversación de la mesa vecina (donde estaba el dueño del bus que nos había traído y el chofer) que a todo esto cuando a Rossana se le empezó a desarmar "de a poquitito" su bicicleta, ellos amablemente arreglaron ¡!!! el freno, sí el freno- que Rossana había perdido en el Terminal de Buses, pero que afortunadamente había guardado. Sepan que más tarde se le siguieron cayendo más piezas!!!
Así las cosas esta parejita de transportistas creyó que éramos pasajeras seguras para una de las próximas bajadas de sus buses, aja!!, pero no sabían. Se rieron mucho de nosotras (llámese "nos miraron a huevo") y jamás pensaron que bajaríamos, nos saludaron animosamente cuando horas más tarde nos cruzamos en la carretera cerca de San Clemente.
Bueno ya sabemos muchas cosas del lugar, los horarios de los buses- que llevan más de 10 años haciendo ese recorrido- y el movimiento invernal del lugar, las cabañas de por ahí cerca, dónde se hacen las buenas cazuelas y los platos caseros, etc.
En medio de nuestra conversación, tratando de ver cuál sería el lugar más adecuado para almorzar una cazuela a la hora de almuerzo, llegó el primer ciclista urbano, José Miguel, muerto de sed y con cara de asombro por vernos allí, a los pocos minutos llegó don Héctor y Ricardo, se demoraron mucho menos de lo que habíamos pensado, tomaron desayuno, sacamos una que otra foto y luego partimos. Ya era casi medio día.
El descenso fue genial, fueron cerca de 40 klm de bajada con algunas rectas y unas pocas subidas suaves. Lo pasamos muy bien y me encantó esa sensación de estar ahí en contacto con la naturaleza, ese aire puro, el verde, ricoo. Bajamos en casi dos horas y paramos a sacar las correspondientes fotos en un puente que queda muy cerca de la carretera.
Después seguimos a Talca por la carretera, pasamos a comer pan amasado y finalmente paramos a comer algo pasadas las 4 Pm, en San Clemente, yo moría por comer un plato de comida, pero no había tiempo, porque la luz se nos iba a acabar… Nos tuvimos que conformar con un completo italiano… en fin llegamos a la esquina de la 1 Oriente y la 1 Sur a las 6 y media de la tarde.
Haciendo un balance, el viaje estuvo genial, lo pasamos muy bien, comimos poco y rico, gastamos poca plata y –según el marcador de José Miguel- gastamos cerca de 4.500 calorías, por lo tanto nos podemos comer como 5 pasteles de La Papa sin remordimientos.
En total anduvimos como 90 Klms. Fuimos bastante dignas y sólo nos quejamos de la poca comodidad de los asientos, espero que no hayan amanecido mal.
Muchas gracias a Ricardo, Don Héctor y José Miguel que nos dieron ánimo y se preocuparon durante todo el camino de que fuéramos bien."
